viernes, 9 de octubre de 2009

Y después de todo este tiempo...



...puedo decir que ya ha vuelto la calma a este mar.

lunes, 31 de agosto de 2009

Larissa...

Lo bueno de vivir en el anonimato bloguero es que no te vas a dar cuenta de esto. Lo prefiero.

Tampoco tengo mucho que decirte pero estoy como si tuviera una espinita clavada en la conciencia por no darte las gracias lo suficiente por ayudarme este verano con el papeleo y con el viaje extra que echaste aposta para acompañarme. La verdad fue un detalle (no tanto que no te acuerdes de la mitad de las cosas y que tengas lagunas mentales a largo plazo)

Aun así decirte que gracias y que feliz Navidad (voy a mandarte un sms felicitándote la Navidad, que hoy es el último día de sms gratis) y que gracias por todo y...ah si, que te voy a gorronear el piso casi todos los fines de semana y sobornaré a tus compañeras a base de muffins rellenos de chocolate, pero sabes que te quiero.

PD1: retiro todas las bromas acerca de tu culo.

PD2: si lees esto, la PD1 es mentira.

martes, 11 de agosto de 2009

Plancton

Tres (en realidad dos) cosas que deberiamos saber sobre el plancton:

-son organismos muy pequeños
-tienen formas la mar de curiosas
-de mayor quiero tener un rancho para criar plancton. (esto aun por debatir)

jueves, 6 de agosto de 2009

Don`t worry, be happy

Tres tonos, cuatro tonos, cinco tonos...mmm, me pregunto dónde está la ayudante de MUSYC. Recé para que saliera el contestador, pues no estaba de humor para esas charlas ligeras y afables a las que MUSYC era tan aficionado, pero me atendió la secretaria.
-Despacho del señor Tomlinson-aulló con su fuerte acento sureño-¿En qué puedo ayudarle hoy?
-Hola, Martha, soy Andrea.Oye, no necesito hablar con el señor Tomlinson, solo quiero que le des un mensaje de mi parte. He hecho una reserva para...
-Querida, dsabes que el señor T. siempre quiere hablar contigo. Espera.
Antes de que pudiera protestar me encontré oyendo la versión melódica de <Don´t worry, be happy>, de Bobby McFerrin. Genial. Era muy propio de MUSYC elegir la canción más irritantemente optimista jamás escrita para entretener a quienes llamaban.
-Andy,¿eres tú, cielo?- preguntó tranquilamente con su voz profunda y distinguida- El señor Tominson va a pensar que le estás evitando. Hace siglos que no tiene el placer de hablar contigo. Una semana y media para ser exactos. Además de mudo, sordo y ciego, el señor Tomlinson tenía la irritante costumbre de referirse a sí mismo en tercera persona. Respiré hondo.
-hola señor Tomlinson. Miranda me ha pedido que le informe de que la comida de hoy será a la una en Le Cirque. Ha dicho que usted...
-Cielo-me interrumpió lenta,serenamente-,olvida toda esa planificación por un minuto. Concede a un viejo un instante de placer y cuéntale todo sobre tu vida. ¿Harás eso por el señor Tomlinson? dime, querida, ¿estás contenta trabajando para mi esposa?

¿Estaba contenta trabajando para su esposa? Mmm,veamos. ¿Aúlla de dicha una cría de mamífero cuando un depredador la devora? Claro que sí, capullo, estoy supercontenta de trabajar para tu esposa. Cuando no tenemos nada que hacer, nos untamos mutuamente mascarillas de arcilla y hablamos de nuestra vida amorosa. Se parece mucho al as fiestas de pijama con amigas. Nos mondamos.




Como siempre, mejor libro que película.

martes, 28 de julio de 2009

Un chico puede soñar

Al nacer todo es nuevo. La maquinaria de los sueños está por empezar.

Al año todo tiene formas y colores, muestra de alegría y felicidad y que las preocupaciones están muy lejos.

A los dos años empiezas a indagar en el mundo de los recuerdos: palabras, personas... Todo deja de ser nuevo para ser monótono.

A los tres noche tras noche aparece el triciclo de navidad. Empiezan a renacer los ideales materialistas del ser humano que poco a poco empiezan a fluir por tu sangre. Digamos que es donde comienza ese vicio obsesivo para todos.

A los cuatro surgen demasiadas preguntas en tu cabeza relacionadas con el bien y el mal. Como cuesta aprender a diferenciar.

A los cinco comienzas a pensar en que simpáticos fueron los niños que te acompañan día a día en el colegio.

A los seis tus primeras pesadillas invaden tus noches. ¿Dónde están esos sueños impolutos de maldad?

A los siete comienzan las pequeñas responsabilidades aunque, al ser las primeras, para ti son muy importantes y te quitan horas de sueño.

A los ocho, la envidia te invade. Fulanito es el novio de Menganita y ya se han dado un beso.

A los nueve aparece tu primer sobresaliente bajo, un 9. Te quitará el sueño saber que no tienes un expediente impoluto, o si no te lo quita, otro gallo cantará en el futuro.

A los diez eres casi el mayor del cole, alcanzar la cumbre de la jerarquía social, el mayor manda. Eso te hace pensar que cerca estás de ser uno de los importantes, pero siempre acaba por invadir tu sueño Menganita, que la semana pasada dejo a su décimo novio y piensas que se fijará en ti.

A los once eres el rey del cole, o por lo menos con tus amigos, que importante me siento todos los días cuando me levanto y que importante me siento cuando me acuesto. Pero Menganita sigue acaparando un espacio en mis sueños, de hecho es un espacio mayor cada día.

A los doce he dejado de dormir, cuanta presión en el instituto. No conozco a nadie, hay que estudiar demasiado, y creo que quiero a diez de las chicas de la clase tanto o incluso mas que a Menganita. ¿Me pregunto que habrá sido de ella?

A los trece no dejo de dar vueltas en la cama pensando como ascender en la cumbre de la jerarquía social: ¿Por que todos están organizados? ¿No somos todos iguales? ¿Por qué parece que es menos importante Zanganita que Reinota? Calma, tienes que aparentar que eres tan importante como ellos, o no te aceptaran.

A los catorce recuperas los sueños tranquilos. Te has quedado fuera de esa importante red social privilegiada, en donde tú eras invisible. Decides olvidarte y ser el invisible, o formar parte de un grupo de desheredados. Te das cuenta que no valía la pena, tu nuevo grupo de amigos se acerca más a tus gustos originales que a los que intentabas aparentar con los demás. Aquella tarde te lo pasaste genial, así que en tu memoria se forman sueños bonitos y agradables que al día siguiente recuerdas con una sonrisa de oreja a oreja.

A los quince empiezas a ponerte metas. Tus primeras metas. Y como no tus primeros fracasos. Te quitan el sueño, es cierto pero con el paso del tiempo sabes que hay más oportunidades. Aun así, la emoción misma de poseer una meta ya es motivo para quitarte el sueño.

A los dieciséis las metas ya te cansan. Empiezas a ver que tanto esfuerzo no da los frutos que crees que mereces, así es la vida. Aun así hay algo que té quita el sueño. No te has dado cuenta que algo ha cambiado dentro de ti, o ya estaba y tú eras el que había cambiado para no creerlo así. Esto te lleva a que noche tras noche olvides cerrar los ojos, te tires al mar blanco de escayola que tienes encima y bucees sobre aquellos cambios importantes que marcarán tu vida. Ya ni siquiera duermes, pero si sueñas despierto.

A los diecisiete has madurado de golpe. Se han pasado las trivialidades de la adolescencia joven, ahora quedan las de la adolescencia adulta. Las discusiones son brutales luchas de palabras sutiles, secretos pandémicos y ponzoñosos comentarios que pueden herir como una bala de plomo en cualquiera de nuestros corazones. Esta vez los sueños son responsabilidades mayores aun tratadas por niños. Las metas comienzan a dar sus frutos, tus primeros fracasos son ahora primeras victorias. Has aprendido a sobrellevar lo malo para transformarlo en bueno. De vez en cuando te acuerdas de la maraña social que te quitaba el sueño y ahora solo sabes alegrarte de que esos prejuicios han desaparecido por fin. Tu grupo de invisibles ahora solo son los que más se ven y brillan entre todos. Las dudas que te reconcomían hace poco ya son decisiones. Has elegido tu camino. A los diecisiete uno sueña con cualquier cosa. Sueña con su futuro. Lo dirige hacia donde quiere: amor, dinero, trabajo, amistad. La puerta está abierta a todo lo que se ponga por delante...

A los dieciocho: todavía no sé que pasa a los dieciocho. No tengo claro que es lo que pasará por mi cabeza ni que le pasa a los demás... lo único que sé es que todavía me quedan dos días para soñar libremente.

Dos días para volver a soñar de verdad.

viernes, 24 de julio de 2009

Solo quedan unas horas

Me quedé mirándome en el espejo con todo el atuendo puesto. Me sentía bien cuando lo llevaba puesto. La corbata negra, tan delgada colgando de forma despreocupada sobre el pecho. Me gustaba como quedaba, quizás era arriesgado pero había conseguido compaginarlo.
Eso me hizo recordar que solo quedaban horas para salir de mi casa e intentar comerme la noche, como todos los sábados que me he escapado, algunos fallidos y otros arrasados.

Me he dado cuenta de lo que más miedo me da es la cena, tanta gente a mí alrededor, quizás en otra circunstancia no me asustaría, pero creo que algo peor que si la gente lo va a llevar bien durante la noche es que es posible que no estemos todos juntos de nuevo. Supongo que el miedo que abarca a la gente es quedarse solo, sé que nadie acaba abandonado de un día para otro.
Pase lo que pase no estaré solo, pero supongo que me tendré que hacer a la idea de no ver algunas caras juntas otra vez. Quizás no sea la ultima vez, pero no niego que una de las penúltimas. Supongo que eso es lo que más motivos me da para asustarme respecto a mañana.
Más motivos para que todo salga perfecto. Si por algo se me conoce, mi fama de perfeccionista. No he parado de darle vueltas a todo el plan y agobiar a mas de uno con mis indecisiones, comprar esto, lo otro, cenar sí o no.
La frase estrella, “es tu cumpleaños, haz lo que quieras”. Nada de eso, intentar que todo esté perfecto al milímetro conlleva sobre todo no dejar a su suerte el plan. Gente que viene a cenar, gente que no, gente que viene después, gente que ha desaparecido, y el pobrecillo de turno que se me ha pasado avisar [lo siento Rakel, hate me.]
Ni si quiera he terminado de prepararlo todo, mañana por la tarde, a última hora dejaré los problemas zanjados.
Solo me queda decir que esperemos que todo salga bien, lo que me lleva a afirmar que he querido ser tan invisible para la sociedad tanto tiempo que a la hora de ser anfitrión me pone nervioso que haya mas de cinco personas [ Esa manía que todo el mundo te mira, y te agobias, que horror]



Que ganas tengo de que pasen ahora mismo exactamente 24 horas y poder decir, “menos mal, no ha salido nada mal” o no decir nada, por la incontinencia verbal producida por el alcohol.

miércoles, 24 de junio de 2009

Cuando dos electrones chocan, siempre hay uno que pierde y cede.
Cuando, dos corazones chocan, siempre hay uno que arde y muere.

domingo, 19 de abril de 2009

En el final del camino.

En el final del camino aprendí que las cosas no son siempre como te las esperas. La meta que uno quiere alcanzar siempre está compuesta de alegría y satisfacción, más no siempre es así.
Conforme vas llegando al final se desvela que muchos de tus acompañantes en esta historia que es la vida están ocultos por una máscara.
En realidad debajo de la máscara no hay nada con lo que te das cuenta de que has viajado solo. Eso te disgusta.
Cuando estás a dos pasos de la meta te has quedado sin nadie y no sabes como llegar. Has posado tu confianza en esas máscaras que han desaparecido y no eres capaz de llegar al final.
Y aquí es donde me paro yo, con un puñado de nada, a dos pasos de la meta y con una meta no deseada, a pesar de haber recorrido un largo camino con todo el esfuerzo del mundo.

No debemos fiarnos de nada ni nadie, ya que te llenarán de ilusiones que en el momento mas importante, plof.

viernes, 27 de marzo de 2009

Dr. Peanut I



Hola mi nombre es Toni Quique y soy uno de los numerosos médicos del hospital universitario de M. Embolsada.
Mi trabajo prácticamente consiste en ir habitación por habitación visitando a los enfermos y a las excéntricas ricachonas que venían a ponerse más culo, senos y dejarse la piel como una cama elástica de un circo.
Yo quería ser cirujano, pero al parecer todo esto va por rangos y primero tenemos que hacer todo el trabajo sucio que los superiores no quieren, o sea, las rondas.
Esta era la última habitación de la mañana que me quedaba por revisar, mirando en la carpeta, una liposucción, con lo que me esperaba otra cincuentona.
Además por el nombre tenía pinta de ser una turista que en vez de comprar souvenirs se hacía operaciones de estética; ¿Quién demonios se llama Larissa Schröder en un país donde las Marías y Carlos salen de debajo de las piedras?
Abrí la puerta, y allí estaba, no era tan vieja, échale unos 20.
Pensé que su liposucción sería el regalo de cumpleaños de su padre o algo por el estilo y como la curiosidad mató al gato, yo de buenas a primeras, ni hola ni nada, le pregunté que por que se había operado:


Yo: por que te has operado si eres tan joven, ¿problemas de salud?
Larissa: y tú ¿quién eres?
Yo: Hija mía, soy médico, ¿no lo ves?
L: pues... no lo pareces y si lo eres debes de ser el pringado de turno
Y: ( Cara de móc)
L: ¿además, a ti que te importa que me haya operado?
Y: yo solo preguntaba... curiosidad. Además soy el médico...
L: ¿entonces a que has venido?
Y: (a lanzarte cacahuetes, pensé) pues, revisión venga, enséñame la raja
L: ¡¿Pero será?! ¡Es usted un depravado!
Y: me refería a la de la operación...


(creo que es el principio de una buena amistad)

sábado, 14 de febrero de 2009

Tómate un respiro

A veces es preferible acurrucarse en un sillón tapado con una manta, un tazón repleto de helado de chocolate y una buena película.

viernes, 6 de febrero de 2009

Miss

Me gustaría saber que es eso que nos hace respirar por las mañanas y levantarnos porque creo que anoche lo perdí y no lo encuentro.
Me levanté y sabía que no lo tenía pero como tampoco sabía el que exactamente pues no le di la menor importancia. Resulta que si la tiene. Me di cuenta a eso de media mañana cuando estaba sentado en mi mesa. Me di cuenta del tiempo que tiré por la borda estos días aunque dicen que no es tiempo perdido pero yo tengo ahora esa sensación. Espero que sea cierto.
A partir de esa reflexión tan matutina me fijé de que el ambiente a mi alrededor estaba enrarecido, más gris de lo habitual así que empecé a replantearme más seriamente que de verdad he perdido algo. Creía que lo que me faltaba era ilusión. ¿Ilusión? Pero si la noche anterior rebosaba ganas de continuar, la ilusión se hacia notar dentro de mi como las chirivitas en los ojos de un niño pequeño con un caramelo recién desenvuelto.
El día estaba avanzando y yo con dudas. Llegó la hora de comer y la comida no me sabía a nada. Era plástica. Había perdido su sabor o yo las papilas gustativas.
Me planteé muchas cosas. Como si lo que faltaba era felicidad, ganas de vivir, un tornillo.
De repente me acuerdo que mi vida sigue una monotonía que estaba empezando a olvidar por momentos. Debía darme prisa para recuperar la hora perdida. Con poco que estoy en ello una sombra me traspasa el corazón y lo revoluciona. Una crisis de ansiedad, pero tranquilo intento recomponerme mientras algo me ayuda a levantarme. Una desconocida que se ha preocupado por mí y eso me hace ver que todavía queda algo de bondad pro la calle.
Después de esto se ha roto la monotonía en pedazos y me ha costado recomponerla pero aun me quedaba fuerza guardada a pesar de haber perdido algo que no se aun que es.
Al regresar me doy cuenta que me he quedado incomunicado probablemente para muchas semanas. Eso me alegra y me agobia. Sin comunicación será mas fácil la monotonía pero también mas difícil buscar pequeños ratos de libertad.
Empiezo a pensar que lo que me está cortando las vías para vivir es lo que he perdido que no quiere estar solo e intenta llamar mi atención. Yo estoy intentando encontrarlo pero me estoy volviendo paranoico.
Pienso que salir un poco y contárselo a alguien es de buena ayuda pero recuerdo que estoy incomunicado. Aun así con mucha dificultad he encontrado una vía al mundo exterior para avisar a alguien y hablar un rato. Nada. por todos los medios me ha desconectado del mundo, lo ha puesto contra mí y sigue dando señales de que está desaparecido y quiere que lo encuentre.
Además se había introducido en mi cabeza jugando con mis pensamientos y mis sentimientos. Quiere hacerme daño y cada vez más. Se que no va a parar.

Al final, estoy aquí sin saber que he perdido, que me han hecho, que me han robado. Ya no quiero buscarlo, me rindo, hazme daño. Mañana si aun no me has matado seguiré buscándote. Aunque creo que se que eres... Pero mientras tanto, me voy a comerme una pizza y ver una película en el sofá.

domingo, 1 de febrero de 2009

UNA MERIENDA DE LOCOS

Habían puesto la mesa debajo de un árbol, delante de la casa, y la Liebre de Marzo y el Sombrerero estaban tomando el té. Sentado entre ellos había un Lirón, que dormía profundamente, y los otros dos lo hacían servir de almohada, apoyando los codos sobre él, y hablando por encima de su cabeza. «Muy incómodo para el Lirón», pensó Alicia. «Pero como está dormido, supongo que no le importa».
La mesa era muy grande, pero los tres se apretujaban muy juntos en uno de los extremos.
--¡No hay sitio! --se pusieron a gritar, cuando vieron que se acercaba Alicia.
--¡Hay un montón de sitio! --protestó Alicia indignada, y se sentó en un gran sillón a un extremo de la mesa.

--Toma un poco de vino --la animó la Liebre de Marzo.
Alicia miró por toda la mesa, pero allí sólo había té.
--No veo ni rastro de vino --observó.
--Claro. No lo hay --dijo la Liebre de Marzo.
--En tal caso, no es muy correcto por su parte andar ofreciéndolo --dijo Alicia enfadada.
--Tampoco es muy correcto por tu parte sentarte con nosotros sin haber sido invitada --dijo la Liebre de Marzo.
--No sabía que la mesa era suya --dijo Alicia--. Está puesta para muchas más de tres personas.
--Necesitas un buen corte de pelo --dijo el Sombrerero.
Había estado observando a Alicia con mucha curiosidad, y estas eran sus primeras palabras.
--Debería aprender usted a no hacer observaciones tan personales --dijo Alicia con acritud--. Es de muy mala educación.
Al oír esto, el Sombrerero abrió unos ojos como naranjas, pero lo único que dijo fue:
--¿En qué se parece un cuervo a un escritorio?
«¡Vaya, parece que nos vamos a divertir!», pensó Alicia. «Me encanta que hayan empezado a jugar a las adivinanzas.» Y añadió en voz alta:
--Creo que sé la solución.
--¿Quieres decir que crees que puedes encontrar la solución? --preguntó la Liebre de Marzo.
--Exactamente --contestó Alicia.
--Entonces debes decir lo que piensas --siguió la Liebre de Marzo.
--Ya lo hago --se apresuró a replicar Alicia-. O al menos... al menos pienso lo que digo... Viene a ser lo mismo, ¿no?
--¿Lo mismo? ¡De ninguna manera! --dijo el Sombrerero-. ¡En tal caso, sería lo mismo decir «veo lo que como» que «como lo que veo»!

--¡Y sería lo mismo decir --añadió la Liebre de Marzo- «me gusta lo que tengo» que «tengo lo que me gusta»!
--¡Y sería lo mismo decir --añadió el Lirón, que parecía hablar en medio de sus sueños- «respiro cuando duermo» que «duermo cuando respiro»!
--Es lo mismo en tu caso --dijo el Sombrerero.
Y aquí la conversación se interrumpió, y el pequeño grupo se mantuvo en silencio unos instantes, mientras Alicia intentaba recordar todo lo que sabía de cuervos y de escritorios, que no era demasiado.
El Sombrerero fue el primero en romper el silencio.
--¿Qué día del mes es hoy? --preguntó, dirigiéndose a Alicia.
Se había sacado el reloj del bolsillo, y lo miraba con ansiedad, propinándole violentas sacudidas y llevándoselo una y otra vez al oído.
Alicia reflexionó unos instantes.
--Es día cuatro dijo por fin.
--¡Dos días de error! --se lamentó el Sombrerero, y, dirigiéndose amargamente a la Liebre de Marzo, añadió--: ¡Ya te dije que la mantequilla no le sentaría bien a la maquinaria!
--Era mantequilla de la mejor --replicó la Liebre muy compungida.
--Sí, pero se habrán metido también algunas migajas --gruñó el Sombrerero--.
No debiste utilizar el cuchillo del pan.
La Liebre de Marzo cogió el reloj y lo miró con aire melancólico: después lo sumergió en su taza de té, y lo miró de nuevo. Pero no se le ocurrió nada mejor que decir y repitió su primera observación:
--Era mantequilla de la mejor, sabes.
Alicia había estado mirando por encima del hombro de la Liebre con bastante curiosidad.
--¡Qué reloj más raro! --exclamó--. ¡Señala el día del mes, y no señala la hora que es!
--¿Y por qué habría de hacerlo? --rezongó el Sombrerero--. ¿Señala tu reloj el año en que estamos?
--Claro que no --reconoció Alicia con prontitud--. Pero esto es porque está tanto tiempo dentro del mismo año.
--Que es precisamente lo que le pasa al mío --dijo el Sombrerero.
Alicia quedó completamente desconcertada. Las palabras del Sombrerero no parecían tener el menor sentido.
--No acabo de comprender --dijo, tan amablemente como pudo.
--El Lirón se ha vuelto a dormir -dijo el Sombrerero, y le echó un poco de té caliente en el hocico.
El Lirón sacudió la cabeza con impaciencia, y dijo, sin abrir los ojos:
--Claro que sí, claro que sí. Es justamente lo que yo iba a decir.
--¿Has encontrado la solución a la adivinanza? --preguntó el Sombrerero, dirigiéndose de nuevo a Alicia.
--No. Me doy por vencida. ¿Cuál es la solución?
--No tengo la menor idea -dijo el Sombrerero.
--Ni yo --dijo la Liebre de Marzo.
Alicia suspiró fastidiada.
--Creo que ustedes podrían encontrar mejor manera de matar el tiempo --dijo-- que ir proponiendo adivinanzas sin solución.
--Si conocieras al Tiempo tan bien como lo conozco yo --dijo el Sombrerero--, no hablarías de matarlo. ¡El Tiempo es todo un personaje!
--No sé lo que usted quiere decir --protestó Alicia.
--¡Claro que no lo sabes! --dijo el Sombrerero, arrugando la nariz en un gesto de desprecio--. ¡Estoy seguro de que ni siquiera has hablado nunca con el Tiempo!
--Creo que no --respondió Alicia con cautela--. Pero en la clase de música tengo que marcar el tiempo con palmadas.
--¡Ah, eso lo explica todo! --dijo el Sombrerero--. El Tiempo no tolera que le den palmadas. En cambio, si estuvieras en buenas relaciones con él, haría todo lo que tú quisieras con el reloj. Por ejemplo, supón que son las nueve de la mañana, justo la hora de empezar las clases, pues no tendrías más que susurrarle al Tiempo tu deseo y el Tiempo en un abrir y cerrar de ojos haría girar las agujas de tu reloj. ¡La una y media! ¡Hora de comer!
(«¡Cómo me gustaría que lo fuera ahora!», se dijo la Liebre de Marzo para sí en un susurro).
--Sería estupendo, desde luego --admitió Alicia, pensativa--. Pero entonces todavía no tendría hambre, ¿no le parece?
--Quizá no tuvieras hambre al principio --dijo el Sombrerero--. Pero es que podrías hacer que siguiera siendo la una y media todo el rato que tú quisieras.
--¿Es esto lo que ustedes hacen con el Tiempo? --preguntó Alicia.
El Sombrerero movió la cabeza con pesar.
--¡Yo no! --contestó--. Nos peleamos el pasado marzo, justo antes de que ésta se volviera loca, sabes (y señaló con la cucharilla hacia la Liebre de Marzo).
--¿Ah, si?-- preguntó Alicia interesada.
--Si. Sucedió durante el gran concierto que ofreció la Reina de Corazones, y en el que me tocó cantar a mí.
--¿Y que cantaste?-- preguntó Alicia.
--Pues canté:
"Brilla, brilla, ratita alada,
¿En que estás tan atareada"?


--Porque esa canción la conocerás, ¿no?
--Quizá me suene de algo, pero no estoy segura-- dijo Alicia.
--Tiene más estrofas --siguió el Sombrerero--. Por ejemplo:
"Por sobre el Universo vas volando,
con una bandeja de teteras llevando.
Brilla, brilla..."


Al llegar a este punto, el Lirón se estremeció y empezó a canturrear en sueños: «brilla, brilla, brilla, brilla... », y estuvo así tanto rato que tuvieron que darle un buen pellizco para que se callara.
--Bueno --siguió contando su historia el Sombrerero--. Lo cierto es que apenas había terminado yo la primera estrofa, cuando la Reina se puso a gritar:
«¡Vaya forma estúpida de matar el tiempo! ¡Que le corten la cabeza!»
--¡Qué barbaridad! ¡Vaya fiera! --exclamó Alicia.
--Y desde entonces --añadió el Sombrerero con una voz tristísima--, el Tiempo cree que quise matarlo y no quiere hacer nada por mí. Ahora son siempre las seis de la tarde.
Alicia comprendió de repente todo lo que allí ocurría.
--¿Es ésta la razón de que haya tantos servicios de té encima de la mesa? --preguntó.
--Sí, ésta es la razón --dijo el Sombrerero con un suspiro--. Siempre es la hora del té, y no tenemos tiempo de lavar la vajilla entre té y té.
--¿Y lo que hacen es ir dando la vuelta? a la mesa, verdad? --preguntó Alicia.
--Exactamente --admitió el Sombrerero--, a medida que vamos ensuciando las tazas.
--Pero, ¿qué pasa cuando llegan de nuevo al principio de la mesa? --se atrevió a preguntar Alicia.
--¿Y si cambiáramos de conversación? --los interrumpió la Liebre de Marzo con un bostezo--. Estoy harta de todo este asunto. Propongo que esta señorita nos cuente un cuento.
--Mucho me temo que no sé ninguno --se apresuró a decir Alicia, muy alarmada ante esta proposición.
--¡Pues que lo haga el Lirón! --exclamaron el Sombrerero y la Liebre de Marzo--. ¡Despierta, Lirón!
Y empezaron a darle pellizcos uno por cada lado.
El Lirón abrió lentamente los ojos.
--No estaba dormido --aseguró con voz ronca y débil--. He estado escuchando todo lo que decíais, amigos.
--¡Cuéntanos un cuento! --dijo la Liebre de Marzo.
--¡Sí, por favor! --imploró Alicia.
--Y date prisa --añadió el Sombrerero--. No vayas a dormirte otra vez antes de terminar.
--Había una vez tres hermanitas empezó apresuradamente el Lirón--, y se llamaban Elsie, Lacie y Tilie, y vivían en el fondo de un pozo...
--¿Y de qué se alimentaban? --preguntó Alicia, que siempre se interesaba mucho por todo lo que fuera comer y beber.
--Se alimentaban de melaza --contestó el Lirón, después de reflexionar unos segundos.
--No pueden haberse alimentado de melaza, sabe --observó Alicia con amabilidad--. Se habrían puesto enfermísimas.
--Y así fue --dijo el Lirón--. Se pusieron de lo más enfermísimas.
Alicia hizo un esfuerzo por imaginar lo que sería vivir de una forma tan extraordinaria, pero no lo veía ni pizca claro, de modo que siguió preguntando:
--Pero, ¿por qué vivían en el fondo de un pozo?
--Toma un poco más de té --ofreció solícita la Liebre de Marzo.
--Hasta ahora no he tomado nada --protestó Alicia en tono ofendido--, de modo que no puedo tomar más.
--Quieres decir que no puedes tomar menos --puntualizó el Sombrerero--. Es mucho más fácil tomar más que nada.
--Nadie le pedía su opinión --dijo Alicia.
--¿Quién está haciendo ahora observaciones personales? --preguntó el Sombrerero en tono triunfal.
Alicia no supo qué contestar a esto. Así pues, optó por servirse un poco de té y pan con mantequilla. Y después, se volvió hacia el Lirón y le repitió la misma pregunta: --¿Por qué vivían en el fondo de un pozo?
El Lirón se puso a cavilar de nuevo durante uno o dos minutos, y entonces dijo:
--Era un pozo de melaza.
--¡No existe tal cosa!
Alicia había hablado con energía, pero el Sombrerero y la Liebre de Marzo la hicieron callar con sus «¡Chst! ¡Chst!», mientras el Lirón rezongaba indignado:
--Si no sabes comportarte con educación, mejor será que termines tú el cuento.
--No, por favor, ¡continúe! --dijo Alicia en tono humilde--. No volveré a interrumpirle. Puede que en efecto exista uno de estos pozos.
--¡Claro que existe uno! -exclamó el Lirón indignado. Pero, sin embargo, estuvo dispuesto a seguir con el cuento--. Así pues, nuestras tres hermanitas... estaban aprendiendo a dibujar, sacando...
--¿Qué sacaban? --preguntó Alicia, que ya había olvidado su promesa.
--Melaza --contestó el Lirón, sin tomarse esta vez tiempo para reflexionar.
--Quiero una taza limpia --les interrumpió el Sombrerero--. Corrámonos todos un sitio.
Se cambió de silla mientras hablaba, y el Lirón le siguió: la Liebre de Marzo pasó a ocupar el sitio del Lirón, y Alicia ocupó a regañadientes el asiento de la Liebre de Marzo. El Sombrerero era el único que salía ganando con el cambio, y Alicia estaba bastante peor que antes, porque la Liebre de Marzo acababa de derramar la leche dentro de su plato.
Alicia no quería ofender otra vez al Lirón, de modo que empezó a hablar con mucha prudencia:
--Pero es que no lo entiendo. ¿De donde sacaban la melaza?
--Uno puede sacar agua de un pozo de agua --dijo el Sombrerero--, ¿por qué no va a poder sacar melaza de un pozo de melaza? ¡No seas estúpida!
--Pero es que ellas estaban dentro, bien adentro --le dijo Alicia al Lirón, no queriéndose dar por enterada de las últimas palabras del Sombrerero.
--Claro que lo estaban --dijo el Lirón--. Estaban de lo más requetebién.
Alicia quedó tan confundida al ver que el Lirón había entendido algo distinto a lo que ella quería decir, que no volvió a interrumpirle durante un ratito.
--Nuestras tres hermanitas estaban aprendiendo, pues, a dibujar --siguió el Lirón, bostezando y frotándose los ojos, porque le estaba entrando un sueño terrible--, y dibujaban todo tipo de cosas... todo lo que empieza con la letra M...
--¿Por qué con la M? --preguntó Alicia.
--¿Y por qué no? --preguntó la Liebre de Marzo.
Alicia guardó silencio.
Para entonces, el Lirón había cerrado los ojos y empezaba a cabecear. Pero, con los pellizcos del Sombrerero, se despertó de nuevo, soltó un gritito y siguió la narración: --... lo que empieza con la letra M, como matarratas, mundo, memoria y mucho... muy, en fin todas esas cosas. Mucho, digo, porque ya sabes, como cuando se dice "un mucho más que un menos". ¿Habéis visto alguna vez el dibujo de un «mucho»?
--Ahora que usted me lo pregunta --dijo Alicia, que se sentía terriblemente confusa--, debo reconocer que yo no pienso...
--¡Pues si no piensas, cállate! --la interrumpió el Sombrerero.

Esta última grosería era más de lo que Alicia podía soportar: se levantó muy disgustada y se alejó de allí. El Lirón cayó dormido en el acto, y ninguno de los otros dio la menor muestra de haber advertido su marcha, aunque Alicia miró una o dos veces hacia atrás, casi esperando que la llamaran. La última vez que los vio estaban intentando meter al Lirón dentro de la tetera.
--¡Por nada del mundo volveré a poner los pies en ese lugar! --se dijo Alicia, mientras se adentraba en el bosque--. ¡Es la merienda más estúpida a la que he asistido en toda mi vida!
Mientras decía estas palabras, descubrió que uno de los árboles tenía una puerta en el tronco.
--¡Qué extraño! --pensó--. Pero todo es extraño hoy. Creo que lo mejor será que entre en seguida.
Y entró en el árbol.
Una vez más se encontró en el gran vestíbulo, muy cerca de la mesita de cristal. «Esta vez haré las cosas mucho mejor», se dijo a sí misma. Y empezó por coger la llavecita de oro y abrir la puerta que daba al jardín. Entonces se puso a mordisquear cuidadosamente la seta (se había guardado un pedazo en el bolsillo), hasta que midió poco más de un palmo. Entonces se adentró por el estrecho pasadizo. Y entonces... entonces estuvo por fin en el maravilloso jardín, entre las flores multicolores y las frescas fuentes.


(Lewis Carrol y lo mas lógico que he leido nunca.)

viernes, 30 de enero de 2009

Happy violentine

A veces pienso que soy mala gente. Que cuando alguien comete un error intentaré hacerle daño.
Incluso intento hacer daño a quien no tiene culpa del error cometido.
No. No soy así.
Simplemente que todos buscamos apoyo, un hombro en el que llorar pero si ese error involucra al hombro. Duele.
Así que si alguna vez fui malo será porque me quitaste mi hombro en el que llorar.
Y ahora no me queda otra que llorar mientras deambulo recitando en mi cabeza una y otra vez: "Todos los San Valentines son muy violentos para mí"













lunes, 12 de enero de 2009

moriré entre microscopios

- me siento agobiado, sin respiración.

- ¿en serio?

- si, estoy como si hubiera perdido la cabeza, no me encuentro en mí, no me puedo centrar.

- ¿Y eso?¿Algo en especial?

- trabajo, estudios...

- tienes... ¿mucho que hacer?

- no.

- ¿entonces?

- ya lo he hecho todo. Es solo que... no sé, me queda él ultimo empujón, y no puedo.

- no te entiendo, explícate.

- Pues verás he terminado la mayor parte del trabajo pendiente y la materia medio estudiada, la verdad soy uno de los más aventajados por lo que he oído hablando con los demás. Pero lo más gordo lo he dejado para el final y ya he gastado todas mis energías. ¡No puedo más!

- siempre podemos sacar un poco de fuerza para el final. Inténtalo.

- ya es tarde

- nunca es tarde

- esta vez sí. Me ha pillado el toro

- ¿para cuando es el trabajo?

- un examen mejor dicho

- bueno, un examen. ¿Para cuando?

- 40 horas o menos, quitando unas cuantas para dormir comer y asistir a las clases... ponle que me quedan 15 horas

- ¿tanto es lo que té queda que repasar?

- Sí, por lo menos para mí.

- ¿cómo que para ti?¿Qué pasa con los otros?

- pues que hoy han empezado a trabajar la materia y es evidente que mañana lo tendrán. Yo con 10 días de antelación ni la mitad...

- ¿Pues no te entiendo... ¿hay algún problema en especial contigo?

- Si, soy de ciencias.

- ¿y?

- no puedo con las letras.

- dime la verdad ¿cómo has llegado hasta aquí?

- ¿la verdad? A rastras. Soy un chico de ciencias, no de letras, siempre lo he sabido.

Ni Historia ni Filosofía, ¡qué no, que no y que no!




Ni Historia ni Filosofía, ¡qué no, que no y que no!

viernes, 2 de enero de 2009

Ya no es navidad

Por mucho que las fiestas y calendarios digan que es navidad, la navidad se muere el día 25 y todo lo demás es una retahíla de comer polvorones y demás.
A fin de cuentas, ¿qué es nochevieja? Una fiesta en la que despedir el año, nada que ver con esa historia de Dios, Jesús y demás, y la víspera de Reyes junto con su día otra fecha para salir corriendo a comprar.
Si volviéramos a nuestra vida normal el día 26/27 la gente no tomaría tanta represalia a la hora de volver a su trabajo y además, cuanto más tiempo vacacional más quehaceres a cuestas.
Y no nombrar los hábitos de madrugar, estudiar, concentrarse, ya perdidos a día de hoy después de haberlos conseguido con trabajo en tres meses. Ya ni puedo colocarme delante de los apuntes...
La verdad que hubiera preferido que la navidad se acabe el 26...

Feliz año.